La Cruz fue escrito por Aiden Wilson Tozer, más conocido como A. W. Tozer (1887-1963), quien fuera un pastor cristiano estadounidense, predicador, escritor, editor de revistas y conferencista bíblico. Sirvió más de 30 años en la Iglesia Alianza Southside, en Chicago, de 1928 a 1959, y los últimos años de su vida los pasó como pastor de la Avenida Church Road, en Toronto, Canadá. Estuvo casado con Ada Pfautz con quien tuvo siete hijos.
El libro contiene 31 capítulos (se podría leer como devocional de un mes) divididos en 6 partes. Al final de cada parte hay una guía de estudio.
- Parte 1. La cruz: su poder
- Parte 2. La cruz: su propósito
- Parte 3. La cruz: su precio
- Parte 4. La cruz: su desafío
- Parte 5. La cruz: su paradoja
- Parte 6. La cruz: su provisión y su promesa
En esta obra, Tozer lleva al lector a comprender que la cruz de Jesús no es un momento más en la historia de la humanidad, sino que marca un antes y un después, y que, como cristianos, no deberíamos pasar por alto el precio que el Hijo de Dios pagó allí. Como respuesta a esta entrega de amor, Tozer desafía a que entreguemos nuestras vidas en servicio a Dios y a la búsqueda de Su voluntad para nosotros.
Dicha búsqueda, se hace renunciando a nuestra comodidad, a nuestros deseos. Por eso el autor destaca la importancia de cargar nuestra cruz todos los días, como lo dijo el Señor Jesús. Para Tozer, cargar la cruz tiene que ver con morir a nosotros para nacer a lo que Dios quiere en nuestras vidas, pero también agrega que no es algo de un solo día, sino que debemos cargar nuestra cruz todos los días para poder permanecer en el plan de Dios. Lo interesante es que la cruz, como dice Tozer, “te mata”, mata tu yo, mata tu carne, ya no se trata de uno, sino de nacer cada día a la voluntad de Dios.
En lo personal, esta lectura me confrontó conmigo mismo. Desde el comienzo me fue “matando”, capítulo a capítulo un poco más, hasta al final terminar “enterrando mi yo”. Me llevó a comprender que ser cristiano, es renuncia, es morir a uno mismo (y en donde hay muerte, hay llanto y dolor). Me dejó en claro que la cruz no perdona, quien la cargue, sabe que debe morir. Algo que también me habló fuerte fue que Cristo no vino a cambiarnos, Cristo vino para que renunciemos a nosotros mismos y sigamos Su Palabra. En conclusión, la vida cristiana no se trata de cambiar, sino de renuncia a uno mismo, para que Cristo sea glorificado en nuestras vidas.
“Nadie quiere morir sobre una cruz, hasta que llegue al punto de estar desesperado por conocer la voluntad sublime de Dios”.
A. W. Tozer, “La cruz”