Adam Hamilton, autor de Palabras finales desde la Cruz, expresa en la introducción: “En este libro, he decidido comenzar cada capítulo con una narrativa en primera persona de alguien que estuvo cerca de la cruz y que escuchó la declaración específica de Jesús. Mi intención al hacerlo de esta manera es ayudarte a que te imagines a ti mismo a los pies de la cruz; ayudarte a ver y a oír lo que sucedía allí. Por supuesto, estos relatos son ficticios, aunque están basados en la información que tenemos de los Evangelios”.
Siempre me pregunté si yo hubiese creído en Jesús de haber sido contemporánea a su vida y a su muerte. ¿Me hubiese parecido bien que Él eche a los cambistas del templo, coincidiría con Él en no condenar a la mujer hallada en adulterio? ¿Hubiese creído que Jesús dejó la tumba vacía, caminó, conversó y comió con Sus discípulos como el Resucitado? ¿Pensaría yo “es un hombre como cualquier otro” o Su presencia me haría palpitar el corazón y caería rendida a Sus pies? Algunos opinan que, tal vez, les hubiese resultado más fácil creer en aquel entonces que hoy.
En cada capítulo y con cada relato, te trasladarás al Monte Calvario, te parecerá oír gritar a los soldados, escuchar llorar a las mujeres y no querrás dar oído a las palabras de los crucificados. Al estar al pie de la Cruz, uno debe tomar una decisión. No consiste en si nos quedamos o nos vamos, ni en si continuamos escuchando las humillaciones de estos soldados romanos o nos unimos al legalismo de los sacerdotes y escribas. Se trata de unirnos a la multitud para escuchar al que está clavado entre dos criminales, al que está colgando entre cielo y tierra, al que pronunció Sus “palabras finales desde la Cruz”, las cuales nos enseñan cómo vivir y cómo orar al Padre.
En aquel escenario cruento, violento e injusto, tú, ¿dónde estabas?, ¿quién eras? ¿Te identificarías con Simón de Cirene o con el ladrón crucificado; te asemejarías a María (la mamá de Jesús) o a María (la esposa de Cleofas)? ¿Acaso serías aquel hombre que empapó una esponja en vinagre o más bien piensas que podrías encarnar al centurión?
Quizás serías alguno de los que pasaban por allí y escuchaban a Cristo pronunciar sus últimas palabras: “Padre, perdónalos”, “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, “Ahí tienes a tu hijo… ahí tienes a tu madre”, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, “Tengo sed”, “Todo se ha cumplido” y “En tus manos encomiendo mi espíritu”.
Aunque después de esto expiró, al tercer día ¡resucitó! Se levantó triunfante, es el Salvador de la humanidad, el Redentor, el Cordero Pascal, el Rey verdadero.
Si eres amante de Jesús y admiras su entrega en el Calvario, este libro te llevará a aquel escenario a escuchar sus palabras y a reflexionar profundamente sobre quién realmente eres.
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