La autora de Jesús en mí –franca, directa y respetuosa a la vez- se muestra vulnerable al contar numerosas vivencias de su infancia, de la vida conyugal y de su andar por el mundo predicando las buenas noticias y enseñando a confiar más en la persona del Espíritu Santo.
Este libro es un volumen abultado, sin embargo, no quieres llegar al final, uno anhela seguir compartiendo tiempo con esta preciosa mujer que encontró en el Espíritu Santo una eterna compañía. Si bien es verdad que lo vive con mayor fuerza ahora en su viudez y habiendo perdido a sus padres –Billy y Ruth Graham- desde que era una niña se sintió atraída por Él.
Lo dedica “A los solitarios”, ya que como ella misma dice: “Lo que he necesitado es un compañero que camine conmigo, alguien que esté a mi lado y comparta día tras día cada paso de mi camino. Alguien con quien pueda discutir los asuntos que tengo en mente y que responda mis preguntas. Alguien que me ayude a tomar decisiones, que escuche mis quejas, mis miedos, mis preocupaciones y mis sueños. Alguien en quien pueda confiar y creer, con quien pueda disfrutar. Alguien cuya sola presencia me dé gozo y paz. Alguien que me conozca, me entienda y me ame”.
Conocer al Espíritu Santo es una vivencia profunda y única, y todos podemos y necesitamos descubrirlo como una constante compañía, verlo de cerca e invitarlo a hacerse cargo de nuestras situaciones.
¡Dios en mí!, ¡Jesús en mí! Emociona, claro que sí, es Dios mismo, es quien en el principio de todo estuvo sobrevolando sobre este planeta para ponerlo en orden y darle vida. Anne testifica: “…Dios me ha dado el mejor compañero para la vida: su Espíritu. Y no solo para la vida, ¡sino para siempre!”.
A final, incluye cuatro apéndices:
- Apéndice A. Cómo escuchar el susurro del Espíritu Santo al leer la Biblia
- Apéndice B. Cómo llenarse del Espíritu Santo y mantenerse así
- Apéndice C. Una autoevaluación del pecado
- Apéndice D. Dones del Espíritu
No me atrapan las biografías (aunque hay excepciones). Me encanta leer que eso que el escritor afirma, no es una teoría, un conjunto de ideas, sino que lo vivió en primera persona. Y eso es “Jesús en mí”.
“La experiencia de descubrir quién es el Espíritu Santo en cada paso de mi vida diaria ha sido una de mis alegrías más grandes y profundas. Cada nombre que se le ha dado (Confortador, Ayudador, Defensor, Intercesor, Consejero, Fortalecedor, Confidente) revela un nuevo aspecto de su carácter divino y ha causado en mí un amor profundo por quien es mi compañía constante…, Jesús en mí”.