No conocemos a Dios por medio del intelecto ni de las sensaciones, sino por medio de la revelación. “De manera que todo hombre que quiera conocer a Dios y tener comunión con Él, debe tener ojos para ver el mundo espiritual. Esto es lo que yo llamo «el tercer ojoۛ», es decir, el ojo espiritual”, dice su autor, fundador de la Iglesia del Evangelio Completo, en Seúl, Corea del Sur, mundialmente conocida como la más grande del mundo.
Ariel Kim, el traductor, aclara “El primero es el ojo del cuerpo; el segundo, el del intelecto; y el tercero, es el ojo espiritual”. El ojo del cuerpo es el órgano fotoreceptor del mundo natural y visible; el ojo del intelecto, es el del entendimiento, el que tiene la capacidad de comprender y analizar el mundo que nos rodea. El tercero -el espiritual- no se guía por lo que ve ni por lo que siente- y debe ser abierto por el Espíritu Santo.
El libro es una recopilación de los mensajes del pastor Cho, los cuales apuntan a desarrollar la vida de fe, y cada breve capítulo (consta de dos, tres o a lo sumo cuatro puntos) finaliza con preguntas para la reflexión y su aplicación de manera fácil y práctica en la vida cotidiana.
Cho fue objeto de muchas controversias. Habiendo nacido en un hogar budista, a los 17 años se convirtió al cristianismo y llegó a ser un destacado protagonista de la historia de la expansión del Evangelio en Asia. La fe y la oración junto a su comunión con el Espíritu Santo son su más grande legado a la iglesia de Jesús distribuida en todo el mundo. Por esto, son excelentes las enseñanzas de este hombre de Dios respecto a cómo obra el Espíritu, los secretos de la vida de oración y de la formación del hombre espiritual.
Tal vez no sea algo nuevo para algunos, pero está todo ahí, todo junto, entre la tapa y la contratapa. Estoy segura de que irás devorando las páginas y, rápidamente, casi sin darte cuenta vas a llegar al final.
En la contratapa dice:
¿CÓMO MIRAMOS LO QUE NO VEMOS?
¡COMPRENDA CÓMO SE MUEVE EL MUNDO QUE NO SE VE!
Hay cosas que suceden en el mundo natural que no se pueden entender ni percibir con los ojos físicos, ni con la inteligencia natural. Es propiedad del ámbito espiritual, y si queremos comprender esas cosas, es imprescindible que aprendamos a mirar con el tercer ojo, el ojo del espíritu.
